Con esta tercera entrega, culminamos nuestra serie dedicada a la vida y obra del Pastor Manuel Covarrubias, una figura emblemática no solo en la Iglesia Presbiteriana de Chile, sino también en el mundo evangélico y protestante chileno. En las primeras entregas exploramos su legado familiar y pastoral, pero hoy nos enfocamos en su impacto público, su influencia en el fortalecimiento de la libertad religiosa, y su capacidad para liderar con convicciones firmes y una visión transformadora. Este homenaje se construye sobre los relatos de la Pastora Gloria Rojas Vargas, los abogados Juan Alberto Rabah y Humberto Ulloa, y el Obispo Emiliano Soto, quienes compartieron perspectivas valiosas sobre su liderazgo.
El Pastor y el Compromiso con la Libertad Religiosa
El Pastor Manuel Covarrubias jugó un papel esencial en el reconocimiento legal y social de las iglesias evangélicas en Chile. La Pastora Gloria Rojas Vargas describe al Pastor Covarrubias como un hombre profundamente comprometido con los valores del Evangelio y el testimonio público de las iglesias. Participó activamente en la «Mesa Ampliada UNE Chile» y en la Comisión 31 de Octubre, que lideró los esfuerzos para instituir el Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes en Chile. Su dedicación fue crucial para la promulgación de la Ley N° 20.299, que no solo estableció este día como feriado, sino que también reforzó el reconocimiento de la Reforma Protestante como un evento histórico de impacto universal.
El Pastor Manuel Covarrubias no solo representaba a las iglesias históricas; su claridad y posición teológica reformada lo llevaron a convertirse en una figura de respeto en diversos espacios ecuménicos. «Era sabio, respetuoso y claro, con una posición firme que siempre defendía con vehemencia», recuerda la Pastora Rojas. Este carácter, combinado con su capacidad para dialogar y construir consenso, fue clave para fortalecer la voz de las iglesias evangélicas en un contexto donde históricamente habían sido marginadas.
El Pilar Jurídico y la Ley de Culto
La Ley de Culto, promulgada en 1999, es uno de los hitos más importantes del liderazgo público del Pastor Covarrubias. El abogado Juan Alberto Rabah, quien trabajó estrechamente con él, subraya que su aporte fue determinante en cada etapa del proceso legislativo. Desde su participación en el Comité de Organizaciones Evangélicas (COE), hasta su rol como presidente del mismo, Covarrubias no solo defendió con pasión la necesidad de la ley, sino que también supo ganarse el respeto de parlamentarios y autoridades al demostrar que los evangélicos eran una comunidad seria y preparada.
Rabah recuerda con admiración una anécdota que ilustra la valentía y firmeza del Pastor. Durante una de las negociaciones más tensas, algunos sectores intentaron imponer cambios que favorecían intereses externos al proyecto. El Pastor Manuel, con su característico aplomo, respaldó públicamente la postura jurídica de sus compañeros, desafiando a quienes buscaban comprometer los principios de la ley. «Sin el apoyo monolítico de Manuel, este proyecto no habría llegado a buen puerto», concluye el abogado Rabah.
Por su parte, el abogado Humberto Ulloa destaca cómo el Pastor Covarrubias fue un puente entre las iglesias históricas y el mundo pentecostal. Aunque estas tradiciones suelen tener diferencias marcadas, el pastor Covarrubias logró unir a ambas en torno a un objetivo común: la defensa de la libertad religiosa. Cuando algunos líderes consideraban inalcanzable un proyecto que otorgara a las iglesias la categoría de entidades de derecho público, el pastor Covarrubias insistió: «Los tiempos del Señor no son nuestros tiempos. Aunque demore 100 años, debemos hacer lo correcto». Su fe y convicción alinearon a todos los involucrados, marcando un momento crucial en la historia del pueblo evangélico en Chile.
El Líder Teológico y el Espacio Público
El Obispo Emiliano Soto, quien compartió numerosas instancias con el Pastor Covarrubias, lo describe como un líder con un carácter firme y una argumentación teológica sólida. Su profundo conocimiento de la tradición reformada y su compromiso con los valores bíblicos lo convirtieron en una figura respetada incluso por quienes no compartían su tradición denominacional. El Obispo Soto destaca su capacidad para defender la separación entre Iglesia y Estado con argumentos bien fundamentados, siempre abogando por la independencia y autonomía de las iglesias evangélicas.
Un ejemplo de su firmeza ocurrió durante una celebración del Día Nacional de los Evangélicos en el Congreso Nacional. Al percatarse de que un discurso omitía mencionar a Juan Calvino, el pastor Covarrubias interrumpió para corregirlo. Su intervención no solo llamó la atención de los presentes, sino que subrayó su compromiso con preservar el legado reformado. «Era un vigía constante, un defensor inquebrantable de lo que somos y creemos los evangélicos», afirma el obispo.
Su influencia en educación y culto
El abogado Humberto Ulloa recuerda con admiración que el pastor Covarrubias siempre tuvo preocupación por los asuntos públicos de Chile, particularmente en materia de educación y culto, donde consideraba que debía existir una adecuada separación de iglesia y estado y respeto recíproco entre ambas instituciones. En materia de educación religiosa, se opuso firmemente a la educación religiosa católica en las escuelas públicas y también se opuso a la educación evangélica en las escuelas públicas, establecida bajo la dictadura el año 1983.
En materia de Ley de Cultos, él creció en una época donde la religión Católico Romana era la religión oficial de la mayoría de los países de Latino América. Este desigual trato en dignidad y derechos para todas las expresiones religiosas era contradictorio a su formación Protestante Presbiteriana.
Un Legado que Perdura
El impacto del Pastor Manuel Covarrubias trasciende las leyes y las reuniones públicas. Así lo demostró una publicación de la Revista Sábado de El Mercurio, en su número 481, del 8 de noviembre del 2007, que titulaba en su portada: «Las Redes del Poder Evangélico: Los Tres Pastores más Influyentes de Chile», en donde se destacaba el liderazgo y la influencia que el pastor Covarrubias ejercía en la sociedad chilena.
El Pastor Manuel fue un formador de generaciones, un líder que vivió para servir y guiar con el ejemplo. Tanto en las reuniones con autoridades como en los debates internos de las iglesias, dejó enseñanzas que siguen inspirando a quienes buscan una sociedad más justa y un testimonio evangélico auténtico.
Su vida y obra nos recuerdan que el verdadero liderazgo no reside en el poder, sino en la fidelidad a los principios del Evangelio. El pastor Manuel Covarrubias es, sin duda, un testimonio vivo de cómo la fe, la convicción y el servicio pueden transformar no solo comunidades, sino también naciones enteras.
Conclusión Con este homenaje cerramos nuestra serie sobre el legado del Pastor Manuel Covarrubias, agradecidos por su vida y conscientes de la responsabilidad que deja a las generaciones futuras: continuar trabajando por la unidad, la libertad y la fidelidad al mensaje de Cristo en todos los espacios donde Él nos llame a servir