El italiano Girolamo Savonarola dejó sus estudios de medicina para ingresar a la orden dominicana en Bolonia en donde creció en el conocimiento de la Palabra.
Años más tarde, estando en Florencia, en el convento de San Marco, Savoranola ganó fama entre los florentinos de buen predicador. El anunció de la gracia salvadora de Cristo con fundamentos bíblicos, más sus constantes críticas a las prácticas inmorales de los líderes políticos y eclesiásticos de la ciudad y de la Iglesia de Roma, fueron bien recibidas por los florentinos.
Con la invasión a Italia, y por ende a Florencia, por parte del rey de Francia Carlos VIII, Savonarola, surge como líder de la ciudad. Entre 1494 y 1498, Savonarola encabezó profundos cambios políticos y sociales en la ciudad, mientras que su predicación ahondó en la urgencia de volver a Jesucristo. Él estaba convencido que para llevar con éxito la reorganización política se debía hacer primero una reforma moral. Savonarola, bajo esta definición, buscaba establecer una “república cristiana” en la ciudad.
Después que el Papa Alejandro VI (1431-1503) lo excomulgó, la relación de Savonarola con el papa tomó ribetes dramáticos. Se dice que el papa habría interceptado cartas que Savonarola habría enviado a los reyes de Francia, Inglaterra, España, Hungría, y al emperador de Alemania, en la que les pedía llamar a un concilio eclesiástico para destituir al papa por sus abusos.
El 13 de mayo de 1497, Savonarola fue expulsado de la Iglesia.
El 8 de abril de 1498, una delegación del ejército del papa entró en Florencia. Savonarola y sus aliados fueron detenidos. Poco después, fue acusado de herejía, rebelión y errores religiosos para luego ser conducido a la prisión de Florencia en donde se le torturó.
El 23 de mayo de 1498 muere estrangulado en la Piazza della Signoria, antes de ser arrojado a la hoguera junto a dos de sus seguidores más fieles.